José López Gómez, hermano entrañable cuya calidez, sencillez, santidad y amor ha dejado marcado para siempre nuestra vida y la de todas las personas que tuvimos la bendición de tenerlo cerca, de sentir el latido de su noble corazón, de verlo enfrentar, santamente y sin resentimientos o quejas, las difíciles circunstancias que se le presentaron, siempre confiando en Dios, al que había entregado completamente y sin reservas toda su existencia. ¡Gracias, José, por habernos amado tanto, y por habernos enseñado tanto con tan pocas palabras!
“No muere quién sigue viviendo en el recuerdo y, sobre todo, en el corazón de quienes le aman”
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